Nos echas una patita ??

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domingo, 3 de agosto de 2014

Primeros auxilios para nuestros peludos

RIMEROS AUXILIOS PARA GATOS

Entre muchas otras cosas, a los gatos se los conoce por tener siete vidas, pero jugarse muchas de ellas con un día a día no exento de peligro. Hay numerosas amenazas a las que un gato se expone constantemente, en especial si se le permite salir a la calle, por lo que nunca está de más tener a mano una serie de consejos básicos que podrían llegarle a salvar la vida, en caso de verse en peligro (¡Dios no lo quiera!)

Mover a un gato herido

Puede ocurrir que un gato sufra un accidente lo suficientemente intenso como para imposibilitar sus movimientos. Y por supuesto, el nivel de gravedad es variable: el gato puede quedar inconsciente, entrar en estado de shock, contar con heridas evidentes e incluso verse seriamente dificultado a la hora de respirar. En todos los casos hay que llevarlo cuanto antes a un veterinario, pero es importante tener en cuenta cómo actuar en cada uno de ellos, teniendo en cuenta que no conviene que el gato quede tendido en la misma posición durante más de cinco minutos, ni darle de nada comer.

Dificultad para respirar

Si al gato le cuesta respirar, se le debe poner de lado y con la cabeza ligeramente inclinada hacia atrás. En esta postura, el siguiente paso es tirar de su lengua unos milímetros, abriendo su boca y limpiándosela de la mucosidad que pudiese haber. Esa postura es la que debe respetarse mientras se llevan a cabo los pasos que se especifican en el apartado que sigue.

Está inconsciente

Al encontrarse con un gato inconsciente, hay que procurar moverlo lo menos posible, por lo que lo primero que hay que hacer es buscar una manta lo suficientemente grande como para contener todo su cuerpo. Después, con la ayuda de otra persona, debe colocarse el cuerpo del animal sobre ella, utilizándola como una camilla y llevándola, por tanto, extendida y en tensión hasta dar con una superficie plana y resistente sobre la que depositarla.

El gato sufre una conmoción
Sabremos si el animal está sufriendo los efectos de una conmoción, cuando al sentir su pulso no sólo lo notemos mucho más acelerado de lo normal, sino que además tenga el cuerpo frío. En este caso, se le debe envolver con una manta para que su temperatura suba, antes de moverlo.

Tiene un hueso roto

No es extraño que si un gato sufre una caída u otra clase de golpe, acabe con alguna fractura. En ese caso, hay es tratarlo con sumo cuidado, intentando zarandear al animal lo menos posible y, desde luego, sin intentar entablillar la parte afectada ni nada por el estilo. En vez de eso, hay que colocar al gato en una manta de lado, procurando que la pata rota no quede bajo el peso de su cuerpo. Haciendo lo posible para que se quede inmóvil, se tiene que buscar después el contenedor más adecuado (superficie plana y rígida) en el que depositarlo para su transporte hasta el veterinario.

El gato parece haberse envenado

El gato es un animal listo y cauteloso, pero puede cometer el error de acabar ingiriendo alguna sustancia dañina para su organismo. Lo más normal es que él mismo la vomite al poco de haberla tragado, pero puede que no ocurra, y en ese caso nos toca actuar, y hacerlo rápidamente llevándolo a un veterinario con una muestra de la sustancia en cuestión. Desde luego, lo que no podemos hacer es intentar provocar su vómito.

Cómo saber si el gato está envenenado

Pese a que, debido a la posible gravedad del mismo, no podemos hacer demasiado en caso de envenenamiento, algo en lo que sí podemos intervenir es en detectar los síntomas lo antes posible, para poder llevar a nuestra mascota a una clínica veterinaria cuanto antes. Así, en caso de que la sustancia dañina se le haya adherido al cuerpo, notaremos que el animal se lame casi de manera compulsiva para intentar sacársela. Sin esperar a que sea demasiado tarde, debemos impedírselo y limpiar la zona afectada antes de llevarlo al veterinario. Si el gato se ha intoxicado, lo demostrará vomitando, depositando con dificultades, con alteraciones de su comportamiento, exceso de salivación y/o con espasmos. En todos los casos lo más seguro es que acabe sufriendo un colapso, por lo que para no llegar a ese extremo, recoge una muestra del veneno en cuestión (si es posible) y ve corriendo a la clínica. Ten en cuenta que algunas sustancias pueden ser mortales para el animal. (Tienes más información sobre plantas dañinas en este artículo)

Heridas

Es de esperar que, si un gato sale de casa, vuelva hecho unos zorros tras haber participado en alguna riña con otros animales del vecindario. Dependiendo de la virulencia de las peleas, lo mismo puede ser que no debamos prestar demasiada importancia, como que tengamos que acudir a un veterinario.

Heridas superficiales

Arañazos, mordiscos, cortes y piel arrancada son un resultado clásico de las peleas gatunas, aunque generalmente, suele tratarse de heridas superficiales que no requieren asistencia de profesionales. Con limpiar y desinfectar correctamente las heridas basta, aunque conviene prestar atención en especial a orejas y ojos (diana de mordiscos y zarpazos), así como a la evolución de posibles mordeduras, con tal de evitar abscesos que sí deberían ponerse en manos de profesionales.

Abscesos

Un absceso es básicamente la infección de una mordedura por parte de otro gato. La zona infectada resultante se hincha al cabo de unos días, lo cual denota que la herida está infectada, y que hay que actuar: primero de todo, corta los pelos que la rodean, para después desinfectarla con agua oxigenada. Aunque eso, al cabo de unas horas, debería solventar el problema, lo mejor es que un veterinario revise la herida, confirmando que no vaya a infectarse de nuevo.

Hemorragias

Hay diversos tipos de herida, correspondientes a otros tantos niveles de sangrado. Si se trata de un corte superficial, le podemos limpiar con una gasa húmeda, cortar el pelo que lo rodea y desinfectarlo. Además, se puede evitar el contacto con más pelos aplicando algo de vaselina en los extremos del mismo. Si en cambio se trata de una herida más profunda, deberemos cubrirla con una gasa empapada, aplicando algo de presión sobre ella y llegando incluso a sujetarla con un vendaje, reforzado con ulteriores compresas. Tras realizar todo el proceso, comprobaremos si la hemorragia perdura, y en ese caso, llevaremos a nuestro gato al veterinario con carácter de urgencia.

Picaduras de insectos

De igual manera que con los humanos, si un insecto pica a nuestro gato lo normal es que se sienta molesto al tiempo que la picada se le hinche; y si se trata de una avispa o similar, hay que buscar el lugar exacto para extraerle el aguijón con la ayuda de unas pinzas. En caso de resultar imposible, habrá que consultar con el profesional.

Quemaduras

Una quemadura, ya sea por contacto con fuego, objetos calientes y/o eléctricos o agua hirviendo, puede llevar a complicaciones muy graves para la salud del gato. Por ese motivo, la única forma de atenderle correctamente es llevarlo a un veterinario lo más rápido posible. El responsable del animal lo único que podrá hacer por su cuenta es aliviarle el dolor, aplicando sobre la quemadura una gasa o algodón empapados en agua fría primero (no se recomienda aplicar otra clase de sustancias), una bolsa de hielo después y, finalmente, algo de vaselina. Ni se debe cortar el pelo alrededor de la herida, ni cubrirla con nada.

Congelación/hipotermia

Tristemente, no es extraño que, en especial en fechas navideñas, numerosos gatos acaben teniendo serios problemas con el frío. Con unas condiciones climáticas cada vez más extremas, hipotermias y congelaciones están a la orden del día; y claro, son casos que ponen en serio peligro sus vidas. Un gato congelado tendrá el cuerpo rígido, con heridas en las zonas más afectadas, e incluso puede que acabe entrando en estado de shock. Es de vital importancia que el animal sea llevado de urgencia a un veterinario, cubierto con mantas para contrarrestar la hipotermia y a ser posible, habiéndole bañado con agua tibia las partes del cuerpo que tenga más afectadas.

PRIMEROS AUXILIOS PARA PERROS

Aunque no queremos llamar al mal tiempo y esperamos que nunca tengamos que utilizar lo que a continuación nos disponemos a comentar, es importante que sepamos cómo reaccionar ante cualquier imprevisto, ya sea una quemadura o una pata rota, un simple rasguño o una pequeña herida.

Por supuesto, lo que hay que hacer ante cualquier problema es acudir al veterinario más cercano; conviene tener su número de teléfono siempre a mano, y hacer uso de él a la mínima que sea necesario. Pero creemos que también es útil tener conocimientos básicos de primeros auxilios para poder socorrer a nuestro perro en caso de accidente.

Así pues, lo primero que hace falta saber es que ante una situación de emergencia es muy importante mantener la calma. Los perros detectan nuestro estado de ánimo y si estamos inquietos haremos que él esté más inquieto e inseguro todavía. Por ello, nuestro lenguaje corporal es muy importante a la hora de calmar al animal. Nos tenemos que comportar con total serenidad e intentar actuar con tranquilidad hasta que consigamos llevar al perro a nuestro centro veterinario.

Por otra parte, es recomendable disponer siempre de algunos materiales básicos para emergencias, tales como vendas, algodón o gasas para limpiar heridas, un antiséptico suave y apto para perros, y un par de pinzas para extraer espinas.

A continuación os damos algunos consejos a seguir en caso de accidente:

Picaduras de insectos

Cuando un insecto pica a nuestra mascota, ésta puede sufrir diversas reacciones. Si no se le inflama el morro o la garganta (en cuyo caso sólo se puede acudir al veterinario lo más rápido posible, antes de que le pasen factura las dificultades respiratorias resultantes), se le puede aliviar refrescando la zona de la picadura con una gasa (o similar) fría. Si se trata de una garrapata, antes de hacer nada hay que comprobar su tamaño: si aún no es demasiado grande (lo que implica que su presencia es muy reciente), se puede arrancar con determinación para eliminarla completamente, aplicando alcohol (o aceite, en su defecto) en la zona y constatando que el parásito ha sido extraído del cuerpo del animal en su totalidad. Si por el contrario el tamaño ya es considerable, resultará bastante más complicado no dejar ningún rastro del bicho, por lo que conviene que se encargue de ello un profesional.

Accidentes de tráfico

Un accidente de tráfico, con independencia de su gravedad, requiere la revisión inmediata de un veterinario. Para transportarlo hasta allí, primero se debe analizar el estado en que se encuentra el animal. ¿Respira? ¿Tiene dificultades para ello? (en caso afirmativo, se le deben extraer todos aquellos elementos en la lengua que imposibiliten la circulación del aire) ¿Está consciente? ¿Se mantiene en pie? Es posible que, además, el impacto le haga entrar en un estado de shock, por lo que habrá que ir con sumo cuidado para no empeorar la situación. Si el perro lo permite, antes de moverle podremos tratar de curarle lo más inmediato, aplicando presión en las heridas más sangrantes, tratando de detener hemorragias, inmovilizando extremidades rotas, etcétera. Para trasladarlo, tendremos que obrar con sumo cuidado para moverle lo menos posible. Es preferible usar una superficie plana, o una manta (o similar) en su defecto, salvo si creemos que puede haber sufrido daños internos: en ese caso, será el propio veterinario quien tendrá que acudir al lugar.

Quemaduras

Hay cuatro niveles de quemaduras a las que puede verse sometido un perro, aunque la gran mayoría de ellas suele deberse a los mismos detonantes, a saber: el contacto con agua caliente, aceite hirviendo o productos químicos, o el hecho de morder cables eléctricos. Las quemaduras superficiales sólo afectan a la piel, y aunque pueden ser muy molestas para el animal (formación de ampollas, inflamación…) se puede tratar limpiando primero la zona con agua caliente, aplicándole alguna solución tópica y tapándola después con una gasa para que no la toquen los insectos. Si la piel del área afectada está inflamada y se aprecia líquido subcutáneo, la quemadura es de espesor parcial y es más dolorosa para el perro. Se debe acudir al veterinario para que decida el mejor tratamiento a seguir. Igual que en el caso de espesor total, en que el pelo se suele caer y verse reemplazado por una costra blanca que puede requerir incluso injertos. Un cuarto nivel de quemadura (profunda) afectaría a hueso y músculo.

Convulsiones

Ante un caso de convulsiones (se dan cuando el perro saliva copiosamente y cae al suelo de lado, haciendo movimientos espasmódicos), hay que apartar cualquier objeto contra el que pudiera golpearse el animal, cubrirle con una manta y evitar todo estímulo audiovisual que pudiera empeorar su condición (dejar la habitación a oscuras y en silencio). Y por supuesto, hacérselo saber al veterinario. Es posible que durante el ataque reaccione con violencia, por lo que lo mejor es dejar que se recupere sin tocarlo.

Golpe de calor

Si la mascota pasa demasiado tiempo al sol en verano, o permanece varias horas en el interior de un coche, es probable que acabe sufriendo un golpe de calor, ante lo que hay que actuar con rapidez dándole más importancia de lo que en principio podría pensarse: se debe hacer que el perro respire aire fresco, darle agua en abundancia, y refrescarle con trapos húmedos (¡sin llegar a cubrir nunca su cuerpo con ellos!), un ventilador o mediante un baño con agua fresca, no muy fría. Y en cuanto sea posible, llevarlo a un veterinario. [Más información sobre golpes de calor en este artículo]

Asfixia

Los perros están muy expuestos a ahogarse por la ingestión de huesos, palos, pelotas, canicas o similar. Puede darse el caso de que esta clase de objetos atasquen las vías respiratorias del animal, en cuyo caso lo primero que hay que hacer es tirar de su lengua para facilitar el paso del aire y tratar de extraerlos bien con las manos, bien con unas pinzas; si no fuera posible, dejarlo en manos de un veterinario. También podría asfixiarse por un exceso de mucosidad, en cuyo caso sería necesario recurrir a una bomba de aspiración para bebés para sacarla. Finalmente, si el perro cae al agua y deja de respirar, se le deberá levantar por las patas traseras de manera que su cuerpo expulse todo el líquido que pueda haberle entrado en los pulmones, realizar masajes cardíacos a ambos lados del tórax, y transmitirle aire a través de una mano cerrada en forma de puño a sus orificios nasales, mientras que con la se mantiene la boca del animal firmemente cerrada.

Envenenamiento

Entre los posibles despistes de sus dueños y la curiosidad innata de los perros, es muy normal que el animal acabe ingiriendo lo que no debe. En casos de intoxicación leve, él mismo suele cuidarse solo (lo más normal es que se purgue), pero hay ocasiones en que eso no baste. Si tu mascota presenta síntomas de envenenamiento, ante todo recoge una muestra de su vómito para que el veterinario la examine y sepa qué medidas emplear al respecto. Por tu parte, si la ingesta ha sido de sustancias corrosivas, no provoques el vómito de tu mascota; en su lugar, dale líquidos para que palien los efectos de la sustancia (y por supuesto, llévala a un profesional). En caso contrario sí que puedes (y debes) hacerlo, insertándole dedos en la boca y presionando su estómago. [En este artículo encontraréis información sobre plantas tóxicas]

Cortes, heridas y mordeduras de otros perros

Es muy habitual que los perros sufran heridas por diversos motivos: pueden rascarse con una zarza, pisar materiales punzantes o cristales rotos, o recibir la mordedura de otro animal. En caso de sufrir un accidente de estas características, hay que limpiar la herida y desinfectarla, eliminando el pelo que pudiera rodearla. Según la gravedad de la misma, se deberán colocar compresas o algún otro tipo de vendaje para protegerla, y si aun así no hay manera de cortar la hemorragia, habrá que llevar a la mascota a un veterinario.

Uñas rotas o arrancadas

Cuando un perro se rompe una uña, le supone toda una tragedia. Le duele, se le infecta, no acaba de cicatrizársele la herida… un calvario mucho más molesto de lo imaginado, contra el que podemos actuar tratando de vendarle la pata afectada para llevarlo al veterinario.

Fractura

Ante una fractura, se debe tocar (sin hacer ningún tipo de presión) la zona afectada para comprobar el nivel de inflamación y dolor; realizar un torniquete en caso de que la ruptura haya afectado a la piel provocando una hemorragia; y tratar de fijar la zona en caso de que no lo haya hecho. Por supuesto, inmediatamente después hay que acudir al especialista más cercano.

PLANTAS TÓXICAS PARA
NUESTRAS MASCOTAS

Del mismo modo que el recién nacido, nuestras mascotas están rodeadas de amenazas que atentan contra su integridad física, desde productos de limpieza pasando por insecticidas, pesticidas, fertilizantes, raticidas o medicamentos. Normalmente, ya procuramos tener todos estos productos fuera de su alcance pero solemos pasar por alto otro peligro no tan evidente: las plantas.

Existen numerosas plantas que son irritantes o tóxicas, y el simple contacto con ellas puede ocasionar importantes reacciones en la piel. Otras, al ser ingeridas pueden ocasionar severos cuadros gastrointestinales, con vómitos, diarreas y pueden llegara a ser causa de muerte.

El origen tóxico puede encontrarse en hojas, tallos, flores o frutos, y puede estar siempre presente o sólo hallarse en algunas épocas del año. Nuestra mascota puede, accidentalmente, ingerir alguno de estos componentes y que no le pase nada o puede requerir la visita urgente al veterinario.

Al conocer este riesgo, lo primero que se nos pasa por la cabeza es eliminar el problema de raíz. Es decir, quitar de nuestra casa todas las plantas consideradas peligrosas (solución un poco radical), pero lo que no tenemos en cuenta es que si salimos al campo, no podemos hacer desaparecer toda la vegetación que nos rodea. Y prohibir las salidas al campo al perro ya sería demasiado. Como en todo, lo que debemos hacer es mantener las precauciones adecuadas.

Lo más razonable que podemos hacer en estos casos es educar a nuestra mascota desde pequeña. En primer lugar, debemos ser conscientes que un alto porcentaje de plantas ornamentales, sean de exterior o interior, son tóxicas por ingestión.

Los cachorros de perro, que tienen tendencia a llevarse a la boca todo lo que está a su alcance, son los principales afectados. Debemos enseñarles que no pueden morder las plantas bajo ningún concepto. Si el perro no hace caso, podemos untar la punta de las plantas con algún producto amargo. Hasta que no veamos que nuestro cachorro se muestra totalmente indiferente hacia las plantas, no debemos dejarlo solo con ellas.

Los gatitos son, en general, más selectivos cuando se trata de escoger sus "juguetes", razón por la cual las intoxicaciones son menos frecuentes en ellos.

A pesar de que hayamos enseñado bien a nuestra mascota a no comer las plantas que lo rodean, existen otros factores que podrían favorecer la ingestión:

Las temperaturas elevadas del verano y la posible la falta de agua. Estos son motivos suficientes para inducir al animal a ingerir cualquier planta de tallos tiernos. Debemos estar alerta para no dejarlo nunca sin agua.
El aburrimiento. Cuando un perro, especialmente de cachorro, pasa largas horas solo y aburrido, para distraerse es posible que empiece a morder todo lo que encuentre a su alrededor, incluido plantas.
El cambio de hogar. El estar en un sitio nuevo puede llamar la atención del animal hacia objetos, como las plantas, que antes le habían pasado inadvertidos.
La falta de espacio. El carecer de espacio en la vivienda aumenta la agresividad y puede crear un estado de nerviosismo en nuestro perro, lo que intensifica la necesidad de romper y masticar lo que encuentre a su alcance, como las plantas.
¿Qué hacer si mi mascota parece intoxicada?
Los síntomas de una intoxicación no siempre son evidentes, pues el envenenamiento se puede manifestar según los casos a través de signos digestivos, nerviosos o hematológicos.

Es importante recordar las plantas que tenemos en casa, ya que en caso de accidente es fundamental determinar la causa de la intoxicación para poder administrar el antídoto adecuado. Pero esto no siempre es tan fácil:

La identificación apropiada. Muchas veces, ante una mascota intoxicada, los dueños nos encontramos ante la ardua tarea de tener que identificar las plantas involucradas y saber explicarlo al veterinario con precisión.
La dosis. Pocas veces sabemos cuál es la cantidad total ingerida o absorbida, por lo que es muy difícil establecer cualquier pronóstico.
La mayoría de los casos de intoxicación no son correctamente diagnosticados. A pesar de ello, la evolución clínica del animal suele ser favorable, ya que los síntomas son fáciles de controlar con tratamientos rutinarios.

¿Qué plantas son peligrosas?
La variedad de plantas que pueden resultar tóxicas para las mascotas es enorme y la identificación de todas ellas resulta complicada.

En los gatos están descritas intoxicaciones con aquellas plantas denominadas lechosas, puesto  que la savia blanca, de apariencia láctea, que está en el interior del tallo contiene saponina, una sustancia muy irritante que puede provocar serios trastornos al ser ingerida.

Hay infinidad de plantas que pueden perjudicar a nuestro fiel amigo. En este apartado, hemos hecho una selección de aquellas que creemos que pueden encontrarse fácilmente en nuestro entorno:

Acebo. Agrifolio. Cardón. Xardón (Ilex aquifolium): Tanto las hojas como los frutos y semillas de acebo son venenosos. Los síntomas tras ingerir una dosis mínima de frutos (dos serían suficientes), son: trastornos gastrointestinales con fuertes diarreas y vómitos, dolor abdominal, somnolencia y malestar general. Una dosis superior, y siempre dependiendo del tamaño del animal y de la cantidad ingerida, podría llegar a provocar deshidratación como consecuencia de la pérdida de líquidos, shock y muerte de la víctima.

EL GOLPE DE CALOR EN PERROS Y GATOS

Con la llegada del verano, el golpe de calor es uno de los principales problemas al que se ven sometidas nuestras mascotas, ya que tanto perros como gatos son mucho más sensibles al calor que los humanos. Éstos no pueden regular su temperatura corporal mediante el sudor, debido a que no tienen glándulas sudoríparas repartidas por el cuerpo. Los perros eliminan el calor a través del jadeo y del sudor que expulsan por las almohadillas de los pies y por las zonas aisladas con poco pelo, como puede ser el vientre. Los gatos intentan mantener una temperatura estable lamiéndose y manteniendo el pelo liso, de este modo, la saliva depositada en el pelo, al evaporarse, disminuye su calor corporal.

¿Cuándo se produce el golpe de calor?

El golpe de calor suele darse en épocas de mucho calor, como es en verano, y cuando hay un alto grado de humedad. Esto provoca que el perro o gato acaben con sus reservas de azúcar y sales minerales, provocando un colapso interno que puede acabar con nuestra mascota en apenas 15 minutos.

A pesar de la temperatura, hay ambientes que propician el golpe de calor como son los espacios reducidos y/o mal ventilados como el coche, una habitación, un balcón, el trasportín...

¿A quién afecta el golpe de calor?

Los perros y gatos más propensos al golpe de calor son los cachorros y los ya mayores. Los que también tienen un factor de riesgo elevado son los animales de capa negra, ya que absorben más el calor que los de capa clara.

Los perros que hacen ejercicio en tiempo caluroso, como el Greyhound, y los perros y gatos que tienen el morro chato, como el Bulldog o el Persa, también son más propensos a estos colapsos.

Síntomas del golpe de calor
El perro o gato que ha sufrido un golpe de calor muestra los siguientes síntomas:

Está perezoso y sin ganas de moverse.
Su respiración es rápida o costosa y las mucosas de las encías y de la conjuntiva están azuladas.
Temblores musculares e incluso vómitos.
Le aumenta el ritmo cardíaco.
Se tambalea.
A raíz de estos síntomas, si el animal no es tratado a tiempo, puede que esta dolencia se agrave y
Le aparezcan pequeñas manchas de sangre en la piel.
Padezca una hemorragia gastrointestinal.
Sufra una insuficiencia hepática o renal.
Se vea afectado por un edema cerebral.
Le fallen los órganos.
La temperatura media de los perros es de 39°C, pero cuando sufren un golpe de calor, ésta puede llegar a los 42°C o más.

Tratamiento
El golpe de calor se tiene que tratar de inmediato, a la menor sospecha debemos llevar al perro o gato al veterinario. Si la situación es tan grave que no podemos trasladar al animal hasta la clínica, nuestro objetivo será el de bajar la temperatura corporal del animal, pero no lo podemos hacer de cualquier manera.

Pasos a seguir ante un golpe de calor:
Para bajar la temperatura corporal del animal deberemos llevarlo a un sitio fresco y aplicar frío en las zonas más importantes, como son la cabeza, el cuello, las ingles y las axilas. De este modo, refrescaremos la sangre que va hacia el cerebro, evitando un posible daño cerebral, y bajaremos la velocidad de la respiración.
Deberemos poner al animal bajo un chorro de agua (no muy fría) y humedecerle la boca sin obligarle a beber, puesto que puede que sea incapaz de tragar o que mucha agua lo ahogue. Cuando veamos que la respiración se ha normalizado, podremos sacarlo de debajo del agua pero manteniendo siempre el control de su temperatura.
Si queremos que el frío le cale rápido, podemos ayudarnos con ventilador o le podemos pasar cubitos de hielo por la nariz, las axilas y por los lados del cuello.
A pesar de todos estos esfuerzos, es fundamental que cuando nos sea posible, llevemos al perro o gato al veterinario. Éste deberá hacerle un reconocimiento y administrarle la medicación adecuada para acabar de recuperarse.

Cosas que NO debemos hacer nunca ante un golpe de calor:

Cubrir o envolver a nuestra mascota con toallas, de esta manera el calor sube en vez de salir.
Utilizar agua completamente helada, ya que le podemos dañar el cerebro.

Como prevenir el golpe de calor
Para evitar que nuestra mascota sufra un golpe de calor hay que actuar con sentido común. De todos modos, es importante recordar:

Dar de beber al animal regularmente para evitar la deshidratación. El agua se debe renovar a menudo y se debe administrar en pocas cantidades.

No dejar al perro o gato encerrado dentro del coche.
Sacar a pasear al perro en los momentos de menos calor y evitar que haga mucho ejercicio.
No encerrar al perro o al gato en una habitación pequeña sin ventilación.
Si el perro vive en el jardín, debería tener una sombra en la que cobijarse.
En verano, es mejor darle la comida al perro por la noche porqué después de comer, los perros, son más propensos a sufrir colapsos.
En caso de salir de viaje, es aconsejable llevar abundante agua y hielo. Si vemos que el animal se estresa, podemos colocar en el suelo del trasportín, toallas húmedas.

Las huellitas de Jacky